sábado, 19 de abril de 2008

Los cuerpos


Cervicales rotas, espina bifída, lumbalgia perpetua, cansancio que controla, todo un sueño eterno no terminaría de sanarlo.

Comezón en las piernas, heridas abiertas, molares inflamados, anginas desechas, el cuerpo incompleto a ninguna Guerra se acerca.

Cervicales dolientes. Ciática perturbada, dolor de migraña, falta de deseo, perdida de la voluntad, y mil dictámenes más.

Todos se atreven a realizar diagnósticos, unos te dicen que tu amigo esta enfermo del mal de la querencia, otros que sufre nostalgia endémica.

Los más atrevidos dicen que padece adicción a la muerte. Solo lo observo cansado con la vista arenosa ante una página en blanco. Y no esta triste porque ya experimento todo tipo de desventuras: Esta cansado, de tanto caminar. Está agotado, y de tanto reír ya no ríe, pero es normal.
Es como el espejo de Kavafis, o el medallón de la Abuela.
Ha ido y venido sin tener miedo ni premura, su libertad fue cortada como alas de pollo, de un pichón corriente de esos que parecen ratas con alas.

Visito casi todas las Medinas del Mundo, subió el Nilo contra corriente, comió mijo, succionó glucosa de la caña de azúcar, entro a la Real Academia Española, así como a Bellas Artes.

Cervicales rotas, espina bifída, lumbalgia perpetua, cansancio que controla, todo un sueño eterno no terminaría de sanarlo.

Ahora busca la panacea, que sea quieta, no servil a la vocinglera y la traición.
La busco entre platos de rúcula con queso parmesano, la gente no sabe que cuando un mortal deja de comer, la comida ya no es necesidad sino una alucinación,

Comezón en las piernas, heridas abiertas, molares inflamados, anginas desechas, el cuerpo incompleto a ninguna Guerra se acerca.

Cómo apestamos los vivos:

Un cuerpo, dos cuerpos, tres cuerpos: La anatomía se pervierte y hunde,

Cuatro cuerpos, cinco cuerpos: Perdemos la humanidad y naufragamos.

Seis cuerpos, catorce cuerpos,

Una mirada buscando en el vacío.

Cuan triste es que por más que intentes, eres solamente: Un cuerpo que piensa, vomita y corre.

jueves, 17 de abril de 2008

Si vas a fumar... . escondete en los aseos.


Esta vida es tan impredecible, y la estamos llevando a unos extremos que tendré que volver al slogan de los 2000, más Platón y menos Prozac.

Ahora que vuelvo a realizar un vida más o menos normal, sin estar por las noches limpiando, la mierda del aire con los pájaros, comienzas a llamar a los amigos, los que se hartaron de tus horarios y negativas, logras convencer a la gente de que regresemos a los hábitos sanos, como volver a reunirnos una vez al mes y cenar, compartir y querernos.

Como me tocaba por tener más historias que contar, encargamos a un amigo que reservará en un buen restaurante de Barcelona.

Cuando llegamos, el sitio era de “No fumadores”, pero era tan tarde para cambiar, que decidí que para una vez, no importaba salir como apestados a fumar el pitillo a la calle.

Recordé mis días en Castilla, y lo rico que es fumar después de cada tiempo en la comida, por supuesto que en la tertulia el tabaco desganaría a la mitad de los asistentes que somos del nuevo grupo de los apestados.

La resignación no se percibía en el aire y menos cuando comencé a quejarme de uno de mis viajes que tenía que hacer una escala en Heatrow y tuve que fumar un cigarrillo como delincuente en los aseos y salir corriendo antes de que las alarmar comenzaran a vociferar.

Otro de mis amigos habló de las nuevas tendencias de los tiempos, y la reglamentación de los aeropuertos para dejarte llevar los líquidos en abordo, pasar los controles sin zapatos, en largas colas como deportados en la época Hitleriana.

A Sole la habían despedido, contó su historia.
Y me dejo pensando tanto cuando expreso:

“Pasa lo mismo en los empleos, tu cumplimiento ya no basta porque debes someterte al sistema, juegan con nuestra siempre incierta integración, y son menos considerados con los que tienen la necesidad del trabajo, son chantajes puramente económicos y retorcidos, en casi todas las empresas existe un afán preferente por el sometimiento, atiborran tu cabeza con los mensajes inmersos en palabras, mensajes que inculcan miedo, porque para la gente que no es capaz, con su inteligencia de dirigir, el método más sencillo es desintegrar, porque es más fácil controlar a las personas cuando los temores las dominan”

Regresé a casa, reflexionando y pensando en mis antiguos compañeros de trabajo, que por veteranos o por la necesidad económica que tienen, se ven obligados a soportar.

Todos empezamos a sentirnos mal, y Manel cerró la cena contando la historia de Eva, la cándida Eva una gran diseñadora de ropa e historias, discreta, amigable y de apariencia integra, pero en su interior infectada de una maldad enfermiza. (Cualquier parecido con la realidad de otra persona es mera coincidencia)


A media noche, estaba metido bajo mi edredón de plumas, como quien regresa al vientre de la madre, terminamos la cena y nos despedimos.

Y di gracias a Dios, a un Poder del que a veces reniego por ser tan mudo, pero feliz de ser como soy, y mantener amigos tan imperfectos pero sinceros y humanos.

La próxima cena será en mi casa, se quedarán todos a dormir, por los controles de alcoholemia, acamparán en la sala, o en la cocina pero no volveremos a someternos a una área de “No fumadores”

lunes, 14 de abril de 2008

El hombre


El hombre huraño y oscuro, gris y gastado como las solapas de americana, con los dientes esmaltados de nicotina, él se sienta en la mesa, y sin condescendencia, abre de par en par el pasado.
Esta consiente que no fue participante en La caverna de Platón (Libro VII de la República) y paso tan sólo de ser una sombra en “El Banquete”.

El hombre se sienta en su mesa, y con un acto de reverencia, en silencio inclina su cabeza, con indignación sobre la página blanca, de un cuaderno eterno.
Escribe un poema, sus facultades mentales están en su máxima capacidad, nunca fue tan persuasivo e inteligente, pero su poema no va a cambiar absolutamente nada.

Lo diáfano del cielo seguirá tan incierto, como sus calificativos, antes de terminar el poema va a abrir los ojos, porque tampoco las letras le dan el pan y el café, ni los lápices, sus ojos parecen fauces de mendigos, sedientos de entendimiento.

El hombre esta en la mesa y sujeta una pluma, sabe que cuando levante su cuerpo, todo seguirá igual, su confusión se acrecentará, sentirá miedo, y el miedo en se extenderá en cadena con el resto de seres de su entorno, pondrá unas monedas sobre la mesa de vetusta madera, y pagará un café que nunca bebió.

Y así tantos como el saldrán a la calle, regocijándose de su melancolía, entre ellos tejerán verdaderas sociedades de pavor, ninguno confiara en el poema del otro. Tampoco serán letrados que compartan las armas de la humanidad.

En gremios escribirán extensos tratados de la maldad, abrirán cuerpo de efebos, de la garganta al ombligo para saber qué órgano es el responsable de la envidia y mentira.
Mas encontraran un complejo y asqueroso sistema, pegajoso, cruel y como una Medina Árabe, llena de recovecos.

El hombre vuelve a la mesa, sabe que su eternidad no durara más de cien años, y enojado, quiere que los demás sientan el mismo rencor a la humanidad que él siente, lo que no sabe es que todos, de igual manera lo padecen pero nunca lo expresan, repletos de pánico, sueñan con sus locuras, y sus maldades, y van dejando los cadáveres de sus semejantes a diestra y siniestra, sin tan sólo un ápice de remordimiento.

Olvidamos, los dictámenes de los iniciados, Cristo, Buda, Gandhi, Teresa de Calcuta.

La implacable ley de la correspondencia tiene que vestirse con faldas de acero, para no ser sanguinaria, pero la balanza que la manda, obliga al castigo y los humanos como gusanos se esconden de su furia implacable.

Esta vez el hombre que se sienta en la mesa, esta consiente que él es el único motivo real, para ser una persona, ningún otro.

Pausado abre su cuaderno y escribe un poema que no cambiará absolutamente nada.

lunes, 7 de abril de 2008

¿Cuánta gente mala somos en total?

No crean que esta ausencia afectó mis ansias de escribir, estoy haciendo otro tipo de manifestación, íntima y a la forma antigua: Sobre papel.
Las horas son lentas y recupera uno, sin desearlo el ansia por escribir en papel, sentir el rasguño, y la tinta obediente correr.
Así como en la lectura el regreso al diccionario, todo es bellísimo, sentirte vivo, por los olores del entorno, la llamada de tus amigos, el resuello de la ciudad que esta siempre planeando males.

El pijama mojado por el cruce de alguna pesadilla, las respiraciones costales, tan auxiliadoras en el momento del mordor. Sentirte fiel a ti mismo, es algo que nadie podrá pagarte, ni perdonarte.

“”Hay mucha gente mala, dijo Maggu””
Y tiene razón, lo que olvido decirme, que preparará mi alma en la más cruel de las abstracciones para comprender”