domingo, 28 de octubre de 2007

Maleable

Mis piernas están adaptadas a esta tierra, pero la planta de los pies no.
Mis manos adoran la piel blanca, el tacto reclama una piel de indio como el cartón.
Los ojos ven tantas ventajas, la retina sólo reprocha las desventajas, el iris, la pupila y el nervio óptico hace días que se mudaron al museo de los muertos de cera, y no piensan opinar.
La boca mantiene una batalla campal con la descalcificación de los maxilares.
Los maxilares sostienen un contencioso con las mandíbulas.
El cuello nunca besado, esta erecto como un pene, baja su rudeza por la espalda y se aloja en la nalga izquierda. Todo mi dolor se acumula como montañas de angustia en los glúteos, por eso los regalo, se lo doy de comer a los lobos y por las noches cuando no hay lobos ni perros, se los doy gustoso a las ratas flamelicas y astutas.
El torso sigue dividido como todos los que creen en el monoteísmo.
El pene es tan enorme y tan pequeño según la serótina con la que despierte.
Mis ojos son dos pantallas con leyendas claras y concisas, dicen todo de mí,
quien tenga la capacidad para entender y perdonarme que lo haga,

Mis piernas, rodaron cuesta abajo del Parc Güell y llegaron en un santiamén a Marsella.

Mis labios se están agrietando y ha salido prematura una mancha de pecado, en la mejilla derecha, es la falta de etilo, o de infelicidad, ultimamente soy tan feliz, tanto que mi silueta no se puede comparar con la sombra de un palillo de dientes.

Mi aliento son todas las comas y puntos, que le faltan a este texto: Apestan agradablemente.

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