viernes, 27 de abril de 2007

Silencio,

Acudimos todos, parecíamos corderos. Consecuentes con nuestra muerte, luego sentí ganas de ir al aseo, y es que en momentos solemnes, me pasan las cosas más inverosímiles. Una vez nos invito el Capitán General a comer al mismo comedor donde practicaba el gran yantar Felipe II, yo que soy ordinario, de pueblo pero pinto mis pestañas con asfalto, llevé polvos, (fuerzas poderosas astrales) Y quise sentir el mismo viaje que sentía el enano de Felipe si me conociera, en esta época.

El otro Felipe huye de mí.
Pero no serán así sus enjaulados sobrinos, ya verás.

No hay comentarios: