miércoles, 22 de agosto de 2007

Anoche cruce Dublin.

Estabamos sin velo, la muchedumbre había arrebatado nuestro "Burka" a pedazos, y sentí que la contra polar de la existencia, iba más allá de lo admitido. Cerré las ventanas, como mi amiga la loca. Puse cerrojos al puerto. Lo siento por el ruido mi amiga hace el amor en una cama desvencijada, y polvorienta, creo que ha tenido su orgasmo, o mil, o los multiples amagos de sexualidad, yo sudo, mi parte esta correcta, intacta. Ella sigue real sufriendo lapidada.

Estábamos viendo el Bósforo y no llevábamos velo, cuando llegó el marinero y nos hizo que limpiáramos las algas del suelo con la mirada apestosa del hombre, y estuvimos en Irlanda gozando de todo lo que Dublin nos negó con Ulises, y atrevido me largue a Belfast, bebí los mares en su rodilla, y fue condescendiente, como sólo los amantes de verdad lo saben ser.

Que bella es la belleza cuando es efímera, cuando no significa ni carga, ni culpa, ni pecado.
Que bello es cuando desnudo huele a todos los sexos del universo, y salimos gritando con el cuerno de oro en la punta de la lanza.

La cama desvencijada sigue siendo el albur de la noche, toda la noche esta despierta pendiente a los gemidos, y a mí lo que menos me importa es el escandalo sexual de lo ambiguo.

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