martes, 1 de enero de 2008

Un alma buena, con los pies fríos.



Yo no puse precio, porque o no se valorar o no lo tiene.
La piel con algunas espinillas de esas que tanto me gustan,
Porque sale disparada la pus hecha roca.

Los ojos tristes y nostálgicos,
Tenía mucho tiempo que no temblaba en los brazos de alguien.
No olía a nada, lo cual te da libertad a vagabundear por los basureros.
Limpio como sería alguna vez su conciencia.

Cubrió mi cuerpo de besos, consoló mi angustia.
Se intereso por el color de mis ojos.
Bebió de mí, bebí de él.

Era un duende con los pies fríos,
Fríos como el precio
Como las divisas
Frió como Vancouver en Invierno.

Frío como un niño
Indefenso y amoroso.

Un duende con pies fríos:

(Aquí enloquezco) – Lo marca el guión.

Frío aterrador, pies desconocidos, venas en las manos, ¡Tengo mucho frío!
Frío criminal, frío enardecido, frío victorioso ensartando el frió.

Frío es el tratado, como tus pies gélidos, son el momento y la indiferencia.

Te fuiste y mis pies se quedaron fríos.

¿O ya estaban fríos?