martes, 15 de mayo de 2007

Antes de que nazcan las larvas.

Son las 6:23 a.m en la parte más atlántica de un continente, que se demuelen entre uno y otros por el poder mal sano del europeismo.

Viene una imbecil que trabaja conmigo para preguntarme si Bulgaria es de la Comunidad Europea, y francamente no lo sé, pero lo que si sé es que saben hacer el amor de pie, como los rumanos. Cuando viví en Slatina, aprendí que la vida tiene muy pocas alternativas, y que a veces lo peor de los deseos son posibles por dinero, tengo escritas cuatro mil novelas, en realidad tres mil novecientas una, sólo tiene el título, el argumento aún continua vagando por mi cabeza.
Una que esta terminada es la Rumana Roja. !Qué lejos¡ dejamos a esos latinos, por eso son como son, impredecibles y primarios, pero muy amorosos "Chorba de Burca". Mi estancia en Rumanía aparte de seguir los pasos de Minel Constantin y Vlad Tepés, la dediqué a observar el aliento de la gente que nada tiene que perder, y por lo tanto cualquier cosa distinta es un gran regalo.

Otro día trascribiré mi cuadernos Negro, como el Mar Negro donde lo escribí.
Hoy voy a dormir, Oscar llego de Viena y trajo para mí un instrumento musical.

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