lunes, 21 de mayo de 2007

Un acto contrito: La hibernación.


Créanme que a veces hiberno para no sentir el aliento, ni el tiempo humano. Y no es que reniegue de mi raza, creo que es la mejor del mundo, aunque este comentario, revindicativo resulte contraproducente, y mecena, casi líder de las lenguas apresuradas de los verdaderos racistas.

Y es que hoy comenzamos la noche mal. Normal después de ver parir a tu hija mayor y sentirte abuela, mientras le cortas el cordón umbilical posando para una foto postiza, como tus pestañas postizas, como placebo fue la comunicación que mantuviste con tus hijos y el medio ambiente, mientras tu garganta funcionaba, y tus pulmones tenían fe en ti y succionaban, diluían y limpiaban. Pobres mártires.

La niña nació bien, tiene esa cara de renacuajo con el pelo lamido, que son tan endebles, que sólo a la madre a veces le produce amor, pero toda la gente sintió que este mundo, el nuestro, no era el de ella, y que reventaría. Es decir habia nacido otra Puta.

Buenas noches... .
Quiero escuchar Padam... . Padam... .


Vostè, sis us plau!

Y la hibernación es el único espacio donde se puede estar contigo y lo que realmente quieres.
Provócatela.

Mis amigos buenos, siempre me orientan
¿Por qué?
Yo que soy sibilino no te voy a desorientar?

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