martes, 5 de junio de 2007

No es bueno que el hombre este solo.

No es bueno y lo dijo, Jesús, el último gran sabio.
Un hombre solo no cabe en la bóveda celeste.
Sus pies no huelen ahuyentan los vientos. Y toda compañía se le niega, entonces no tiene más remedio que socorrer a los brazos de alguna desamparada, y tristemente de la mano, emprenden el camino a la infelicidad, haciendo oídos sordos a las miradas lascivas de ambos.
Un hombre solo bebe y come sin mesura.
El tiempo es tan relativo que no le importa hibernar 3 días en el olvido, observado como sus labios van cambiando de piel y su piel deja costras en las sabanas negras.

Ser un hombre solo es reinventarse, y vivir deslizándose en el filo de la navaja.
Nadie lo rescatará
Ni el mendigo
Ni la puta
Ni el chapero.

Quizá un perro.

Si este hombre solo tiene talento, como casi todos ellos
los amigos lo rodearan cuando las aureolas lo distingan,
pero después del orgasmo.
Cuando toda señal de amor y vida queda flotando en un látex en el retrete.
El tiene que volver a recoger colillas discretamente en los descampados
Robarle a las estrellas no brillo, sino presencia.
Empujarse costa arriba
o lanzarse costa abajo, sin protección ni miedo.

El sistema no puede hacer nada contra la herencia de la soledad
sólo agruparlos para que se destruyan entre ellos.

Un hombre solo es tan peligroso, como mil dagas volando en un viento levantino.

o en un mistral.

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