viernes, 8 de diciembre de 2006


7 de diciembre, 2006.

“Aniversario del Dios de los Elfos”
También tengo derecho a fabular en la Tierra Media o los mundos de Olar, es más tengo un pase perpetua al Otro Lado del Espejo, un regalo Carroll antes de morir.
No soy matusalen pero llevo los siglos colgado como listones en las extremidades de mi lengua.
Siempre estoy buscando el epicentro de mi debilidad, sólo por desocupación. Decía Doña Rosa: "El ocio la madre de los vicios."
No quiero escribir de mis autócratas familiares, sino del Dios de Los Elfos. Un personaje que habita en mi riego sanguíneo. Es un diminuto invertebrado, con Alas de Dios, y pestañas de ondina.
Tiene la capacidad de controlar el tiempo y convertir sus humanos olores, en bandadas de perfumes voladores, los detecto a tres mil kilómetros.

Sé llama OWEM. Lo siento pero no pienso revelar su nombre, no pienso joderlo todo con mi educación judeo-cristiana, dos conceptos que separados son más asquerosos aún.
E inútiles

Evidentemente la aguja ha hecho un pacto con el sentido y ni tiene capacitada para expresar la exaltación que siente por el aniversario de un antropoide amado, por eso se queda muda.

Ámame pero cállate.
Ámame en los adoquines y las cornisas.
Ámame en las alcantarillas del cielo.

En la sala de espera.
Ámame y como el monóxido de carbono intoxica al mundo.
Ámame mientras la vida duerme.
Ámame despacio, y sobre todo se consiente y consecuente, recibe humilde el camposanto que meritan todos aquellos que me aman.

Turandot
Tepito, DF

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