sábado, 2 de diciembre de 2006

Su peso me ahorcó





No se puede ensayar con la vida, ni con la propia, mucho menos con la ajena, el mundo que vivo, o el que me inventé está fragmentado, llevo así muchos años quizá toda la vida, ahora se acentúa porque acaba de marcharse de mi vida un ser humano muy especial, compartimos todo, yo cuando menos llevé el acto de compartir casi rozando con la enfermedad , él no lo sé, porque creo que es de esas personas que cuando ve la puerta muy ancha, desconfía. Es uno de esos casos que amas pero nunca te enteras cuanto te aman, o si realmente te aman.
Estoy tranquilo porque donde quiera que este sabrá que lo amé y durante mucho tiempo, yo que soy dependiente de todo, incluso de la tristeza, fue un motivo impulsor para levantarme de la cama y vivir , y aunque nuestra amistad nunca creció más por las circunstancias, lo cierto que su sola compañía ya era en sí la panacea, tengo el cuerpo repleto de sapos convalecientes, que eruptan, no puedo llorar, Owen mi elfo amigo cuida de mí, fumamos veneno alahuita y sana mis heridas con el aire que arrojan sus pestañas cada instante que sus hermosos ojos se protegen.

3 comentarios:

Fackel dijo...

Sí, tal vez la vida son fragmentos. Hilos que se tejen. Hilos que se deshilachan. Cuando creemos que el tejido está constituido empieza a descoserse. Y otra vez intentando recomponerlo. Empiezas melancólico el blog, estimado Montoya. Pero si tu dolor es intenso, yo te comprendo. Sigue tejiendo y no cedas a la vestimenta raída de la vida.

Diego Montoya Avilés dijo...

Si es un comienzo triste, tu comentario es bello ¿Quién eres?

tota-tota dijo...

Hermano, me gusto mucho tu escrito, y sabes como lo veo como una despedida al buen mozo del arturo, pero tienes muchisima razon

besos