jueves, 7 de diciembre de 2006

Horajascas muertas Vol.2



Eclipse parcial de soles.
3 de octubre de 2005.



Tuvimos un eclipse parcial de sol, y la mañana soberbia se convirtió en madrugada por unos minutos que se hicieron eternos, los gallos cantaron y la muerte rondó las puertas, de todas aquellas casas que olvidaron poner la cruz con sangre de cordero en la entrada.
Tu ibas rumbo a la montaña, diez días, ¿Cuántos minutos tiene diez días? Demasiados segundos para meditar y en cuantos de ellos seré el protagonista. ¿Me amas Pedro, dijo el Profeta? Si, Señor te amo.
Con tu ausencia enloquecí, ahora tendré que inventarme una cordura, darle otro matiz a este desasosiego. Dejar que los días transcurran, la fruta caerá del árbol, que se pudra en la tierra, integrándose al ecosistema. Perdiéndose su individualidad.
Que ganas tengo de acoplarme a tu espalda, y susurrarte letras, letras y más letras. Besar tus ojos, y observándote convertirme en fósil, acariciar tus pies me hace un señor.
Tu dices: "El amor es universal" pero yo no quiero el universo, no amo a la gente, padezco misantropía aguda, te amo a ti. Sin tu percepción todo los rostros y los pensamientos individuales son semejantes, asquerosamente iguales, la gente habla de lo mismo y asqueado asiento.
Ojalá nunca leas esto, tu que tienes la libertad de abrir mi diario porque te sabes dueño de mi y mis talentos, si lo lees tu diabólica auto estima se regocijara, pero aquí viene una verdad: La auto-dependencia no existe cuando amas a alguien con la extremidad que te amo. En este amor no puede existir la ausencia de esta adictiva simbiosis. Menos mal que los dos somos yang, dos soles, dos tigres, incluso somos dos universos tan dispares.
Entre tu y yo siempre existirá el débil y el fuerte, el loco y el equilibrado, ciclos interminables, aferrados periplos de complementación, huecos profundos que se llenan con el otro; así nos hizo quien se atrevió a hacernos. Nunca me poseerás porque se derrumbara todo, incluso el mundo y aunque no lo creas estoy cabreado por ello.
Aquí mi Lord Flores, Lord Amarillus, orquídeas y geranios, tiene usted la boca repleta de razón: "Nadie pertenece a nadie"

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